La alianza entre los curas y el Partido Popular también es motivo de jugosos comentarios entre Manolo Gallego y Paco Miñarro; el PP de Galicia, imitando al Gobierno meapilas de Francisco Camps, va a subvencionar y a ofrecer cobijo a los grupos católicos antiabortistas. Hablamos además de las últimas películas de Amenábar ("Ágora") y Lars von Trier... Esta última, "El Anticristo", se ha visto afectada por el virus de la auto-censura, según unas lamentables declaraciones de la productora danesa en las que anunciaban una versión católica "para los mercados más mojigatos". Otra vuelta de tuerca hacia una sociedad dogmática dominada por el miedo.
Y seguimos con la participación de Carlos Dívar, Presidente del Tribunal Supremo, en un acto organizado por la Asociación Católica de Propagandistas. Dijo allí que "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Lo que equivale a defender la teocracia frente a la democracia. Y ello, partiendo de semejante individuo, supone un peligro además de una insensatez. Más ejemplos de filiación teocrática: el obispo de Segorbe comparando el aborto con la decapitación, las beatificaciones masivas, las nuevas calles dedicadas a jerarcas llenos de santa cólera, el "minivaticano" de las Vistillas, las permanentes cesiones de suelo público... Parece ser que este país es un campo de experimentación del catolicismo militante. ¿Habrá que seguir permitiéndolo? Pero no sólo es asunto del "suelo patrio". En Latinoamérica, la ICAR pretende frenar el avance de la competencia protestante, y los radicales islámicos continúan con su ofensiva anti-intelectual y misógina. Un panorama inquietante el que se nos presenta. La neurosis religiosa trabaja a pleno rendimiento... Seguiremos alertando.
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