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27.07.09, Carlos Márquez, en EL PERIÓDICO (ES). una veintena de iglesias de Barcelona amanecieron ayer con la desagradable sorpresa de encontrar sus paredes exteriores repletas de pintadas ofensivas, las cerraduras selladas y las puertas encadenadas. Los responsables de semejante broma son un grupo que se autodenomina La Gallinaire y que la madrugada del domingo decidieron que la mejor manera de recordar la Setmana Tràgica de 1909 es volver a sabotear los templos de la ciudad, aunque en esta ocasión, sin llegar a quemarlos. El objetivo, según reza un manifiesto de este colectivo radical, era que ayer no se pudiera decir misa; ya fuera porque el párroco no era capaz de reventar el enorme hierro que impedía el paso, porque las bombas fétidas o los excrementos de animal introducidos por cualquier orificio convertían la iglesia en una cuadra o porque las pintadas –con adjetivos tan originales como «pederastas» o «genocidas»– eran demasiado ofensivas como para que los feligreses acudieran a su cita dominical.
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